miércoles, 24 de marzo de 2010

Video inédito

Acerca del terremoto en Chile



Un detallado análisis sobre las causas del terremoto ocurrido en Chile y las diferencias con los que ocurrieron o pueden ocurrir en nuestro país

miércoles, 24 de marzo de 2010

Sin ninguna duda, el terremoto ocurrido en Chile en la madrugada del sábado 27 de febrero y cuyo epicentro se ubicó frente a la Costa del Maule en la Provincia de Cauquenes, ha acaparado la atención de todos los medios de comunicación dando lugar, a su vez, a distintos interrogantes.

Según las informaciones disponibles, dicho terremoto alcanzó una magnitud sísmica de 8.8. Paralelamente los medios de comunicación informan que la intensidad sísmica con que este sismo fue percibido en la ciudad de Mendoza alcanzó el grado V en la Escala de Mercalli Modificada, en tanto que en la zona cercana al epicentro la intensidad puede considerarse alcanzó un grado de X a XI.

Escalas de Magnitud e Intensidad: Para una adecuada comprensión de la información que permanentemente nos llega sobre las características de este y de otros terremotos conviene aclarar el significado de las dos escalas más utilizadas: una, para cuantificar la magnitud de los terremotos y la otra, para medir sus efectos.

En primer lugar nos referiremos a la magnitud sísmica, conocida universalmente como "Escala de Magnitud Richter", en homenaje al Dr. Charles Ritcher que fue quien la propuso por primera vez en 1935. Si bien esta denominación es la más utilizada, vale decir que desde un punto de vista científico, no es rigurosamente correcta en la actualidad debido a que su medición difiere sustancialmente de la que utilizó Ritcher.

Esta escala representa la energía sísmica liberada en cada terremoto y se basa en las mediciones tomadas por registros sismográficos y asigna un valor único para cada terremoto y no tiene límite superior. En términos más sencillos, mide el "tamaño global del terremoto" en la zona donde se genera, sin considerar la extensión de las zonas afectadas por el mismo.

La magnitud está relacionada con la cantidad de energía liberada. La cantidad de energía que se libera en un terremoto crece con un factor aproximado de 32 veces por cada unidad de aumento de la magnitud. Así, un aumento de dos unidades en la magnitud significa que el la energía liberada del sismo es 1000 veces mayor (32 x 32 = 1024).

Si comparamos el terremoto de Mendoza en 1985, que tuvo una magnitud de 5,9, con el reciente terremoto de Chile podemos decir que este último liberó una cantidad de energía aproximadamente veinte mil veces mayor.

Al hablar de intensidad sísmica, la escala más utilizada es la escala de "Intensidad de Mercalli Modificada (IMM)"; la misma fue propuesta originalmente por Mercalli en 1903 y modificada posteriormente en 1931; esta versión con algunas adaptaciones e información complementaria es la que hoy se utiliza.

La escala de intensidad intenta reflejar los efectos o nivel de los daños que un determinado terremoto provoca en distintos lugares; por lo tanto, un mismo terremoto arroja diferentes intensidades para distintos sitios donde fue percibido y, en general, decrece a medida que nos alejamos del epicentro.

La Escala de Mercalli Modificada tiene doce grados (I a XII); en ella el grado I corresponde a una intensidad imperceptible para el ser humano y el grado XII corresponde a una destrucción total. Puede decirse que su determinación es subjetiva pues pone en juego la sensibilidad y atención con que las personas captan un sismo; esto es, como valoran los efectos y daños producidos por él.

Posibles escenarios en nuestra región. Luego de ocurrido el reciente terremoto de Chile comenzaron a surgir lógicas inquietudes e interrogantes sobre cuales serían los posibles escenarios ante la ocurrencia de un evento de gran magnitud en la región de elevado riesgo sísmico de nuestro país.

Para introducirnos en esta cuestión es conveniente comenzar aclarando que la realidad de los fenómenos sismogénicos es bastante más compleja que una simple interacción de placas tectónicas.

A continuación citaremos sólo algunos aspectos que demuestran la imposibilidad de trasladar el caso chileno a nuestro país.

En primer lugar nos referiremos a la gran diferencia que existe entre la génesis de los terremotos chilenos y los argentinos. Aunque la causa madre de ambos es la geodinámica de las placas tectónicas Sudamericana y Nazca (continental y marítima respectivamente), los terremotos chilenos son clasificados como inter-placas, estos se generan por el contacto entre dos placas, en este caso por la placa de Nazca y la Sudamericana cuyo contacto franco se da en una línea paralela a la costa a una distancia aproximada de 200 km.

En la zona centro oeste de Argentina los terremotos son clasificados como intra-placa, es decir son terremotos que se originan en fallas activas que se ubican en el interior mismo de la placa Sudamericana (continental).

Esta diferencia sustancial en la génesis de ambos tipos de terremotos da como resultado escenarios sísmicos diferentes en cada caso. Así, el sistema de fallas sismogénicas en las zonas inter-placas o subductivas (Chile) puede presentar longitudes de fallas de cientos de kilómetros con capacidad de generar terremotos de grandes magnitudes como lo fue el reciente terremoto y otros más de la amplia y trágica historia sísmica chilena.

En cuanto al sistema de fallas existentes en las zonas de Cuyo y del Noroeste argentino (cuyo límite Oeste es la Cordillera de los Andes) podemos decir que sus longitudes alcanzan sólo algunas decenas de kilómetros y en muy pocos casos pueden llegar a sobrepasar los cien kilómetros.

En virtud de esto, y a la luz de los conocimientos actuales, resulta que las magnitudes máximas que podemos esperar en nuestra zona están al menos una unidad por debajo de las esperadas en Chile.

Si prestamos atención a las características del movimiento del suelo cuando ocurre un terremoto, podemos decir que en el caso de sismos chilenos, el movimiento se caracteriza por una vibración casi continua, mas o menos uniforme y distribuida en un prolongado espacio de tiempo (recuérdese los casi dos minutos de duración del reciente terremoto).

Esto provoca grandes ondulaciones del terreno y cuyas ondas luego de viajar hasta nuestro país llegan muchos más suavizadas y con períodos de oscilación bastante largos que suele reflejarse en el vaivén de las lámparas colgantes o bien sensaciones de mareo.

Como contrapartida los terremotos con origen en nuestras fallas son breves, con características de "sacudón" de pocos segundos de duración; a modo de ejemplo recordemos el terremoto de Mendoza de 1985 en el cual la duración de la fase principal no superó los 6 segundos. Relatos de testigos del terremoto que destruyó la ciudad de Mendoza en 1861 cuentan que el tiempo en que la cuidad quedo destruida no fue más que unos pocos segundos.

Esta diferencia en el movimiento del suelo juega un papel importante en el daño potencial que pueden producir. Se sabe que terremotos intra-placa de moderada magnitud (6.0 a 7.0) y con foco superficial pueden causar daños mayores que los terremotos de altas magnitudes de tipo interplaca, con focos profundos o con epicentros distantes.

A la luz de lo expuesto podemos resaltar algunas conclusiones: la primera es que no resulta conveniente pretender trasladar el escenario del reciente terremoto chileno al centro oeste argentino. Segundo, que vista la dolorosa experiencia del país vecino, es de primordial importancia tomar conciencia del riesgo cierto de la zona en la cual vivimos.

Por último, es prioritario poner manos a la obra en todo aquello que tienda a fomentar la investigación, la educación y la prevención sísmica acorde a la propia realidad de nuestro país. Ésta es la única forma de reducir el inevitable impacto que causará un terremoto destructivo en nuestra región; pues mal que nos pese, somos habitantes de un suelo que fue, es y seguirá siendo de alto riesgo sísmico. Por Carlos D. Frau - Dr. Ing. - Centro Regional de Desarrollos Tecnológicos par la Construcción, Sismología e Ingeniería Antisísmica (CeReDeTeC). Facultad Regional Mendoza UTN