La universitaria mexicana María Teresa Ramírez Herrera, del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental de la UNAM, participa en el análisis de los daños por el sismo del 27 de febrero pasado en Chile.
En un comunicado, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) informó hoy que tras el terremoto de 8,8 grados Richter que azotó el centro sur chileno, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) convocó a un grupo de investigadores para evaluar los daños en el país latinoamericano.
El grupo, conformado por Marcelo Lagos, de la Pontificia Universidad Católica de Chile; Diego Areas, experto de la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) y María Teresa Ramírez Herrera de la UNAM, determinó que algunas edificaciones construidas lograron proteger a los pobladores de la región.
"Se estima que este fenómeno provocó más de 500 víctimas y hoy en día, continúan desaparecidas 70 personas, debido a que las pequeñas comunidades costeras resultaron muy afectadas", afirmó la mexicana.
Ramírez Herrera indicó que en una visita a la parte central de Chile, entre Bahía Concepción y Llolleo, se observó que el tsunami provocó más erosión en la zona costera que la arena depositada durante la inundación, pues ésta lleva consigo no sólo agua, sino arena proveniente de la parte submarina y playa.
Asimismo, dijo, se buscó evidencia de las capas de arena que dejó esta catástrofe, difíciles de hallar porque no son continuas y desaparecen con el tiempo.
"Esta experiencia permitirá rastrear pruebas de antiguos tsunamis en las costas del Pacífico mexicano, desde Jalisco hasta Oaxaca, zona que actualmente estudio", comentó.
Estas investigaciones, expresó, representaron una oportunidad para aprender más sobre estos fenómenos, por lo que "mi próximo objetivo será aplicar ese conocimiento en nuestro país".
La investigadora agregó que en México deben continuarse los estudios en la Brecha de Guerrero, porque desde 1911 no ha ocurrido un gran temblor; además, documentos históricos refieren que en 1787, en la costa de Oaxaca, ocurrió un movimiento que provocó un tsunami.