domingo, 7 de marzo de 2010

El dolor de la gente y la ausencia de valor


Terremoto en Chile, el dolor de la gente y la ausencia de valor





Terremoto Chile
Viví en primera persona el terremoto que azotó a Santiago de Chile el pasado 26 de febrero a las 3:40 AM. Un terremoto de 8.8 grados de intensidad, el segundo mayor de la historia sísmica analizada y, 50 veces más potente que el terremoto de Haití.
Lo viví a 400 kilómetros del epicentro Concepción, a 30 kilómetros de la Región Metropolitana y como extranjera residente.
El terremoto, catástrofe natural sin precedentes, lleva en un momento que invita a la reflexión, los sistemas económicos no han funcionado, el orden social está anulado –debido al individualismo propio de las nuevas generaciones- y la tierra se enfada, de forma permanente y sin descanso, con desastres naturales devastadores.
La reflexión parece clara, tenemos una oportunidad.
Históricamente se han producido ciclos económicos, culturales, vitales, en los que las premisas básicas se repitan con una similitud pasmosa.
Todos los ciclos cuentan con periodo de florecimiento y esplendor, que da paso al abuso, la especulación y la… ambición sin límites y comienzan a vivir su declive cuando se pone de manifiesto la falta de valores que los guían, la falta de proyección y la falta de sustentabilidad.
En este momento, general e históricamente, se han producido situaciones vinculadas a los desastres naturales, controladores demográficos tan fehacientes como las crisis económicas, históricamente ha sido así.
Y, si bien es cierto que la virulencia de este sismo es destacable en si misma por su intensidad, su capacidad de destrucción y su impacto a nivel mundial, el proceso que sigue el ciclo, podemos verlo y analizarlo como parte de la historia.
En este sentido, podemos optar por seguir como hasta ahora, con gobiernos que manejan los hilos del planeta en base a sus propios beneficios y con consecuencias devastadoras para el planeta como los efectos colaterales de una catástrofe de tal magnitud. No podemos olvidar que el terremoto de Chile, hizo desaparecer bajo el mar el 70% de la costa chilena y provocó el desplazamiento del eje de la tierra un equivalente a 8 centímetros.
O podemos optar por hacer un punto de inflexión en los órdenes establecidos, los valores que rigen a las personas como seres humanos y la oportunidad que nos brinda esta debacle a todos los niveles que vivimos en tiempo real gracias a la red e iniciar el camino hacia el nuevo ciclo y el nuevo modelo.
Internet, un papel protagonista
El terremoto de Santiago de Chile, terminó con el minuto de gloria del país más evolucionado del continente y no por mostrarse un país subdesarrollado como Haití sino por la propia falta de compromiso, profesionalidad y decencia, de los órdenes sociales vigentes.
Chile, sísmico por tradición cuenta a partir del pasado fin de semana en su haber con más de 800 muertos, un 70% de la costa de Chile desaparecida bajo el mar, un estado de excepción con el ejercito en la calle y la absoluta incapacidad de alcanzar estándares mínimos para proteger a la sociedad.
Chile se verá damnificado económicamente por los próximos tres ejercicios económicos, sus mercados sufrirán, el turismo caerá y la competitividad descenderá.
El terremoto nos ha dejado muchas enseñanzas, siendo española y viviendo la realidad actual desde la distancia, resido desde hace cinco años en una tierra fértil, luminosa, familiar y con AGUA, formando parte también, de esta realidad.
Los edificios, los saqueos, las poblaciones perdidas, la catástrofe, irán minimizándose al ritmo que llegan las ayudas, no en vano la Teletón, solidaridad televisiva muy arraigada en la cultura chilena y focalizada generalmente en la construcción de centros de asistencia y ayuda a los niños minusválidos, ha logrado recaudar los 30 millones de dólares fijados como meta, gracias a las aportaciones particulares y a las empresas que han donado, y que servirán para la reconstrucción de las viviendas desaparecidas en el terremoto.
Sin embargo… quedará en el subconsciente colectivo el momento en el que el neoliberalismo exhaló su último suspiro y el momento en el que a Chile… se le tambaleó el estatus adquirido. Ahora todas las miradas convergen hacia un nuevo gobierno, ideas frescas y nuevas caras… ¿Más de lo mismo o un nuevo comienzo?… Nunca se pierde la fe.

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