Terremoto en Chile: los efectos psicológicos
El 20% de la población que sufre un terremoto queda con secuelas invisibles, dicen sicólogos chilenos.
"Chilenos en Juan Fernández"
Además de los cientos de muertos y los daños materiales millonarios, el terremoto de Chile dejó secuelas invisibles entre quienes lo padecieron.
Desde el sábado pasado, Roberth Bahamondes Fuentes, de Santiago, se siente angustiado y está agresivo con su familia. "Como si estuviera encerrado, sin poder hacer o decir algo".
"Te mata, no coordinas muchas cosas porque no tienes la tranquilidad necesaria para poder pensar con calma", dijo a BBC Mundo Christian Verdugo, otro chileno, que siente un "temor desmedido" por sus hijos y confiesa tener un bolso preparado para salir corriendo de su casa en cualquier momento.
Es lo que en psiquiatría se llama estado de hiperalerta: tener constantemente la sensación de que algo malo va a pasar.
Elizabeth, de profesión psicóloga, no ha podido regresar al departamento donde vivía hasta el sábado en Rancagua, en un piso 17, por temor a réplicas. No querer volver al lugar donde a uno lo sorprendió el terremoto es otra conducta frecuente.
Pánico, alucinaciones, depresión, insomnio e irritabilidad aquejan a la población desde el sismo del sábado. Estos síntomas pueden ir acompañados de dolores y contracturas musculares.
Impacto directo
Eso es totalmente normal, explica a BBC Mundo el Dr. Matías González, psiquiatra del Hospital Clínico de la Universidad de Chile.
Este tipo de fenómenos tiene un impacto directo en la salud mental de las personas, en grados que varían según la exposición y cercanía con el epicentro del terremoto y la rapidez con que llegue la ayuda.
Inicialmente el 95% de las personas presenta síntomas, que van desapareciendo dentro de las primeras dos semanas. "Al cabo de un mes la mayoría se recupera", señala el doctor.
Sin embargo, hay un porcentaje -aproximadamente el 20%- que no logra sobreponerse al episodio y desarrolla los llamados trastorno de estrés post traumático y trastorno depresivo mayor.
Cuanto más cerca del epicentro, más probabilidad de presentar secuelas, señala González, a quien le llegan pacientes con "alucinaciones, pérdida de la capacidad de enjuiciar lo que pasa, crisis de angustia y pánico".
El psiquiatra recuerda que en el terremoto de Turquía en 1999, de magnitud similar, un 19% de los pacientes expuestos a esa situación desarrollaron trastorno de estrés post traumático.
Esta afección consiste en "la re-experimentación de la vivencia con pensamiento intrusivos como pesadillas, insomnio y flashbacks: recuerdos fotográficos de la imagen más traumatizante".
Al médico le preocupa que las personas suelen refugiarse en el consumo de sustancias, especialmente alcohol, y la automedicación.
¿Qué hacer?
La primera sugerencia de González es tratar de volver a la rutina lo antes posible y poner especial atención en ver si los familiares presentan síntomas preocupantes como el riesgo de agredirse a sí mismos o agredir a terceros, la pérdida de la capacidad de enjuiciar apropiadamente lo que pasa, ideas delirantes o alucinaciones.
Respecto a los niños, González resalta el peligro de que pierdan su figura de apego, generalmente los padres, que están tan atemorizados como ellos y no los pueden tranquilizar.
Recomienda a los adultos que intenten tranquilizar a los niños, que no los expongan a los medios de comunicación y que les ofrezcan seguridad. A los chicos en edad escolar sugiere que se les dé una explicación clara y precisa de lo que ha sucedido.
La tercera recomendación es pedir ayuda. "La población tiende a ocultar, negar o minimizar lo que le ha sucedido, porque sienten que pueden resolverlo por sí solos, pero si los síntomas persisten recomiendo que consulten".
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