viernes, 5 de marzo de 2010

Mas fuerte y con menos fallecidos


El terremoto que sufrió Chile el pasado 28 de febrero fue el quinto más grande registradodesde que existen instrumentos de medición: 8,8 de magnitud o 50 veces más fuerte que el que asoló una semanas antes Haití (la escala de Momento Sísmico es logarítmica, de modo que cada grado indica diez veces más potencia que el anterior). Sin embargo, el número de fallecidos en ambos países americanos no puede ser más dispar: hasta la fecha han muerto 300 haitianos por cada chileno en cada una de las catástrofes.
La Escala de Magnitud de Momento se creó en 1979 para reemplazar a la escala Ritcher, que sólo tiene validez en el ámbito local de  la falla de San Andrés. El grado 8,8 del terremoto de Chile describe la cantidad de energía potencial convertida en energía kinética cuando ocurre un terremoto. Una tercera escala, la Mercalli, describe la intensidad percibida en superficie –siendo el más extremo el grado XII (catastrófico). En esta escala el terremoto de Chile fue de un grado VII (muy fuerte) mientras el de Haití fue un grado IX (ruinoso).
La Escala Mercalli, por tanto, incluye en la ecuación el factor humano, esto es, la calidad de las construcciones y la densidad de población. En este sentido Chile está más preparado que Haití, especialmente desde el colosal terremoto de grado 9,5 de 1960.
Otras diferencias entre uno y otro seísmo, según este comentario en Reddit, son el tipo de terremoto. El de Chile se produjo por la sumisión de una placa bajo otra, mientras en Haití fue el roce por el deslizamiento horizontal de dos placas tectónicas. Además, el terremoto de Chile responde a la categoría “megathrust”, que suele producirse a grandes profundidades, convirtiendo parte de la energía kinética en calor, lo que contribuye a atenuar los efetos del terremoto.
Grado VII (Chile 2010):
Los objetos colgantes se estremecen. Hay dificultad para mantenerse en pie. El fenómeno es perceptible por los conductores de vehículos en marcha. Se producen daños de consideración en estructuras de albañilería bien construidas; se dañan los muebles. Caen trozos de estuco, cornisas, ladrillos, parapetos y diversos elementos arquitectónicos. Se observan ondas en lagos y lagunas y el agua se enturbia. Los terraplenes y taludes de arena obrada experimentan pequeños deslizamientos o hundimientos. Se dañan los canales de hormigón para regadío.
Grado IX (Haití 2010):
Se produce pánico general. Las estructuras de albañilería mal realizadas o mal construidas se destruyen. Las estructuras de albañilería bien construidas se dañan y, a veces, se derrumban totalmente. Las estructuras de albañilerías bien proyectadas y bien construidas, se dañan seriamente. Se dañan los cimientos, y las estructuras de madera son removidas de sus cimientos; sufren daños considerables los depósitos de agua, gas, etc. Se quiebran las tuberías y cañerías subterráneas. Aparecen grietas aún en terrenos secos. En las regiones aluviales (1) pequeñas cantidades de lodo y arena son expelidas del suelo.
La calidad de las construcciones, la solidez de las infraestructuras o incluso la capacidad de reacción de los servicios de emergencia determinan el número de víctimas de un terremoto, de forma que el número de muertos suelen ser inversamente proporcionales al PIB per cápita, lo que explica que las tragedias naturales se ceben habitualmente con los países más pobres (y dentro de éstos, con los pobres entre los pobres). Japón, uno de los países más ricos del mundo y de los más afectados por los terremotos, sufre cotidianamente terremotos de la magnitud del de Haití sin registrar más que un puñado de víctimas mortales (con excepción del mortífero terremoto de Kobe de 1995).

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